Si se disipa la niebla...
Dos miradas se descubren casualmente, se reconocen fluyen sin máscaras trazando un mismo lenguaje, hasta ahora incomprendido por la mayoría. Las horas se convierten en minutos, conversamos hasta el alba con una copa de vino. La música suena de fondo. Sin hablar somos dos bailando descalzos en el salón, juntos somos refugio, juntos somos hogar. Nuestras manos se buscan, se acarician y se aferran, es inevitable. Nos dibujamos sonrisas sin querer. De manera natural, nuestros cuerpos generan un palpitar que revive a dos corazones maltrechos. Con el paso de los días comprendimos que todo cobró sentido, anduvimos perdidos en erróneos caminos por demasiado tiempo. Nos habíamos estado esperando y nuestros días se inundaron de ilusión y nuevas oportunidades, juntos y a nuestra manera sentimos la necesaria fuerza. Cuando creíamos estar a salvo en nuestro particular universo. Sucedió. Aquellos caminos erróneos de forma imprevisible, resucitaron agazapados fantasmas. Así, sin esperar