No consigo recordar el instante en que apareció este nudo en mi garganta y que se empeña en permanecer, en crecer. Mirarte ya no es como antes.
No tengo ya manera de saber si esta vez estás desvalida. Tu mirada está ausente y tiene esa capacidad de desarmarme, hacerme sentir tan pequeña.
Ante ti, esta vez soy yo la que me hallo débil, frágil y perdida.
He intentado con ahínco entenderlo en demasiadas ocasiones. Ante mí, tan solo hallé distancia, ausencia y apatía. Esa frialdad ha ganado tanto terreno que la razón resulta insuficiente para encajar tantas piezas rotas.
Finalmente, abandoné ese empeño y esa tozudez. Demasiadas palabras vertidas, demasiadas emociones contenidas y demasiados reclamos cayeron en saco roto.
No alcanzo a recordar el momento exacto en el que este silencio, esta indiferencia irrumpieron en nuestra vida. Una fractura que siento profundamente irreparable y que tú tan solo pareces ignorar.
Mirarte ya no es como antes. Duele, lastima, frustra. Demasiado tiempo me he sentido acorralada en una situación incomprensible. No comparto, no batallo ya absolutamente nada. Te has mostrado impasible, intocable, inamovible.
Mi intención siempre ha sido reparar, comprender y conectarnos como siempre. De corazón, regresar juntas a donde siempre hemos sido confianza y entraña. Depués de tan solo recibir evasivas, incomprensibles reproches e indiferencia Lo asumo, ya no puedo mirarte más, mis puentes toparon con ese enorme muro que has construido.
Me refugio, me aparto y me retiro en silencio. Con tan solo la opción más sensata, después de todo, en este instante: empezar a mirarme.

No hay comentarios:
Publicar un comentario