Retales ausentes

Hoy abrí un cajón antiguo, aún no sé como he logrado conservar estos escritos... ahora me parecen retales de otra vida... retales olvidados, ausentes, hoy rescatados.
Hoy enlazo retales de mi adolescencia. La adolescencia. ¡Tremenda etapa!Ya en esa época tenía la costumbre de gestionar mis emociones a través de un bolígrafo y una libreta, buscaba mi libertad con palabras... Guardo varias poesías de aquella época extrema de la vida...  época de pasiones exageradas, de hormonas en explosión, también de desafío, época de despedida y de encuentro.
  
Volviendo a leer esas líneas, caigo en la cuenta de que en muy pocas ocasiones he escrito en verso directamente a alguien. Siempre dedicaba las rimas al tormento de los sentimientos. Por excelencia, prácticamente como manda la tradición de esa edad, la temática estrella era el amor. El amor desmedido, el amor enloquecido, el amor desatendido, el amor intenso... En definitiva lo que una chica de 15 años creía que era el amor.
Quizás mi tendencia a narrar emociones venga ya de esa época. Quizás mi yo actual guarde todavía algo de aquella adolescente, o quizás entonces ya era algo adulta. En cualquier caso, no lo sé. Esos retales que escribí hace años para descargar mi mente, para sentir, para recordar y para olvidar. Esos olvidados momentos, hoy me hicieron sonreír.

En esta entrada, quiero compartir un poema especial para mí y aunque mis escritos tienen mucho de mí, éste es diferente, lo considero más personal. Este poema fue inspirado por alguien que apenas conocí en persona. Pero sé que era una persona increíble y todo corazón. Su recuerdo ha perdurado de tal manera, que marcó muchos momentos de mi infancia. Sin apenas conocerla, la reconozco y la veo en personas muy cercanas. Me apetece compartirlo sin más, a mi manera le hago este homenaje. 






Después de más de quince años no acabo de reconocerme escribiendo estas palabras. Pero resulta curioso... me sigue recordando a ella. 



PESPUNTE: 

Hoy sin poder remediarlo, acabo esta entrada enlazando un pequeño retal, de otra ausencia. Una herida, demasiado reciente, pero también muy significativa. 

  
Hoy llueve,  el huerto está desierto,
miramos con nostalgia 
ese cielo que os arropa.

Mi ángel, volví a abrir mi ventana

aunque mucho esperaste , 
ahora, estás menos sola, 
 al fin el sol acudió a abrazarte.

Hoy sentimos  la ausencia.

 pero una leve ilusión me reconforta
aunque nos acompaña la lluvia...
os imagino libres bailando juntos
 en un abrazo eterno.


A ti, nuestro sol también te dediqué unos versos. Feliz cumpleaños, abuelo.


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