Respirar la brisa

Es una soleada tarde mayo, llegamos a casa tras otra jornada, agotados, saturados. Nos miramos desanimados. Un gesto de conspiración y nos bastan pocos segundos, trazamos un plan para huir. Hay poco tráfico. Aparcamos enseguida, se nota que es entre semana. 

Trasto sale disparado del coche persigue unas palomas. Ladra de entusiasmo , torpe se adentra en la arena. Al principio se queda parado, sin saber que hacer, se gira y nos mira. Sabemos que está prohibido incluso a esta hora, absurda legislación municipal, hoy nos negamos a acatar más normas. Le animamos a que corra libre. 

Cogemos los bártulos del coche, le seguimos pausadamente. Al llegar a primera línea, coloco la toalla soy paciente con el aire. Me descalzo, arremango mis vaqueros hasta las rodillas. Tímidamente, algo insegura me aproximo a la orilla. Un paso atrás, seguido de un chillido como reacción cuando mis pies tocan el agua helada. 
Te observo, estás entretenido organizando los cebos y los anzuelos. Sigo con la vista a mi perro. Está tratando de atrapar las olas de una forma muy curiosa, le llamo para que no se despiste. 

La temperatura es agradable, la playa transmite paz. El mar habla, el mar se respira. Tú lanzas y recoges el sedal. Me acomodo en la toalla, la brisa besa mi cara y me invade de serenidad. Por mi cuerpo, recorren buenas vibraciones. Me dejo llevar, escribo en mi cuaderno, se detiene el tiempo. Levanto la vista, observo de lejos a unos niños, dan volteretas, felices en su juego.
Tú, clavas las cañas con decisión en la arena, me miras y sonríes. Miras al horizonte, parece todo genial.

Despreocupado, te acercas, me apartas el pelo y besas mi cuello. Me ofreces una bebida, sonreímos tontamente, brindamos por el presente. Te sientas despacio, nos acomodamos espalda contra espalda. Ahora, te leo en voz alta. Noto cómo una risita se te escapa. Percibo nuestra complicidad. Trasto salta sobre tu regazo, busca que le acaricies. 
Me detengo un minuto, el viento roza mi rostro, atiendo el canto del mar. Cierro los ojos disfruto de ese instante, gozo de la calma, que nos abraza.  

Me concentro en ese paisaje, como si lo mirara a través de otra dimensión. Es una tarde cualquiera, nada especial, pero nos permitimos respirar la brisa. Descubro, la sencillez que hay tras la felicidad. Quisiera poder capturar ese sentimiento de plenitud, para llevarlo conmigo siempre.







PESPUNTE

Es necesario, regalarse un momento de calma, buscar un paréntesis. Mirar desde otra perspectiva, recargar energía y detenerse a disfrutar.

Esperamos y esperamos encontrarla, pero la felicidad se esconde tras cosas, verdaderamente, pequeñas. 


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