Imprevisible maldad
No importa cuan a salvo te creas... ella puede ocultarse en cualquier rincón. Es un ser desprovisto de humanidad, pues afilados machetes le extirparon el alma antaño.
No la busques jamás , pues todos saben que se deja ver con demasiada facilidad. Cuando aparece, desgarra partes del alma a sus víctimas, tratando de sembrar su agonía personal en otros.
La imagino viviendo en un eterno acecho, sin descanso, siempre en vela y buscando una oportunidad de saciar su rencor, su amargura. Es un ser que vomita delirios, alucinaciones y pensamientos autodestructivos. Derrama la más intensa incertidumbre y el descontrol es su efecto predilecto.
Incomprendidos se encuentran los que fueron injustamente maldecidos. Se hallan vagando como fantasmas entre los demás, en un mundo que camina paralelo a la realidad.
Si en el camino te cruzas con una de sus víctimas, no muestres debilidad. Recuerda que ella es caprichosa. Mantén la calma y compadece al infectado, coge fuerte su mano y mira en lo más profundo de sus ojos. Aunque puede parecer irreal, parte de él consiguió sobrevivir al ataque, estará perdido, desorientado. Necesitará que alguien le recuerde que sigue ahí. Tu misión es simple: no le sueltes la mano.
Lo último que debes recordar de esta imprevisible maldad es que habita camuflada entre nosotros, quizás está más cerca de lo que eres capaz de ver. Nadie puede saber con certeza quien será el próximo en descender a su cruel tormento. Estas palabras nacen de una duda, pues en ocasiones me pregunto, si he caído ya en su trampa... por si acaso... No sueltes mi mano.
No la busques jamás , pues todos saben que se deja ver con demasiada facilidad. Cuando aparece, desgarra partes del alma a sus víctimas, tratando de sembrar su agonía personal en otros.
La imagino viviendo en un eterno acecho, sin descanso, siempre en vela y buscando una oportunidad de saciar su rencor, su amargura. Es un ser que vomita delirios, alucinaciones y pensamientos autodestructivos. Derrama la más intensa incertidumbre y el descontrol es su efecto predilecto.
Incomprendidos se encuentran los que fueron injustamente maldecidos. Se hallan vagando como fantasmas entre los demás, en un mundo que camina paralelo a la realidad.
Si en el camino te cruzas con una de sus víctimas, no muestres debilidad. Recuerda que ella es caprichosa. Mantén la calma y compadece al infectado, coge fuerte su mano y mira en lo más profundo de sus ojos. Aunque puede parecer irreal, parte de él consiguió sobrevivir al ataque, estará perdido, desorientado. Necesitará que alguien le recuerde que sigue ahí. Tu misión es simple: no le sueltes la mano.
Lo último que debes recordar de esta imprevisible maldad es que habita camuflada entre nosotros, quizás está más cerca de lo que eres capaz de ver. Nadie puede saber con certeza quien será el próximo en descender a su cruel tormento. Estas palabras nacen de una duda, pues en ocasiones me pregunto, si he caído ya en su trampa... por si acaso... No sueltes mi mano.
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