Arder


Fue inevitable resistirse a esa abismal atracción, esa que deben sentir dos polos opuestos al acercarse. 
Se encontraron una noche, solitarios y abatidos. Posados sobre la misma nube, el cielo estrellado como testigo.
Fueron ángeles compartiendo atribuladas historias, tras gestos de comprensión sobrevino el intercambio de perversas miradas. 

Fueron ángeles que se consumieron en el más candente fuego. Ante una única palabra: deseo. Sus alas les envolvieron en el más oscuro pecado. Desataron un instinto semejante al de dos animales liberados tras largo tiempo enjaulados. 

Fugaces encuentros mitigando los miedos, las ataduras, la moral, la razón. Arder juntos era agradable, era liberador. Sin importar si habría un mañana, solo arder como preocupación. 






Convertidos en ángeles consumidos. Les sacudió el sinsentido, la duda, el desconcierto, la confusión. Un pensamiento inesperado apareció... ¿Y si el fuego encendía el corazón?  Sus alas temblaron al intentar responder esa cuestión. Pues eran demasiados los recuerdos de aquella nube que los encontró, solitarios... abatidos. Aunque libres ardían en el cielo, les atemorizaba ser prisioneros en el abrasador infierno. 

Difícil olvidar... que fueron ángeles aferrados, inundados de miedos y desbordados de magia. Ese es el efímero rastro que dejan a su paso por el cielo, mientras sus alas esperan volar alto de nuevo. 

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