Diablos
Déjeme ser su pecado, ese murmullo se repetía a menudo en mi cabeza desde aquella noche. Gratamente sorprendida tras el primer encuentro. Su aspecto era despreocupado, a pesar de mostrar una soberana seguridad. Resultaba a tractivo y sencillo al mismo tiempo. Su voz segura, prudente y con toque de diablo tentador, su acento sonaba aún más irresistible cuando ponía énfasis en dejar caer algún halago. Mi mente se distraía sin evitarlo de la conversación. Travesuras se iban dibujando sin cesar en mi imaginación. Mis muslos se contraían inconscientemente tras cada cruce de miradas seductor. Jugaba a acomodar mi escote, mientras intentaba sostenerle la mirada y seguir el hilo de su voz. Mis labios se estremecían en un anhelo, pensaban en rozar esa boca. Empezar lento, muy lento, para después morir en lascivo beso. Varias copas y risas después, aún no consigo comprender... Fue en el momento de la despedida, se esfumó por completo mi prudencia. Yo, mujer observadora, que no acostumb