Decisiones
En ciertos momentos presientes señales inequívocas de que algo anda mal. Se activan en tu cabeza, como una alarma interior que trata de alejarte de algún peligro.
Te planteas si debes traspasar determinados límites, puede ser un desafío o bien, puede ser un vehículo al suicidio.
Te planteas si debes traspasar determinados límites, puede ser un desafío o bien, puede ser un vehículo al suicidio.
Haces equilibrios en esa cuerda floja, te acostumbras a estar en el límite y se convierte en adicción.
De manera kamikaze te sitúas en una posición vulnerable. Dejas que te consuma, te abandonas a esa experiencia despacio y después consientes que te aniquile ferozmente.
De manera kamikaze te sitúas en una posición vulnerable. Dejas que te consuma, te abandonas a esa experiencia despacio y después consientes que te aniquile ferozmente.
Allí en el limbo, entre dos mares con un sentimiento de desconcierto, me dejé devorar, inconsciente y consciente.
Des de el inicio, el naufragio era inevitable y no me importaba. Permití trampas, engaños, embustes y falacias. Como una única causa, después del desastre pude verlo.
Elegí transitar por un camino que había iniciado hacía tiempo de forma irracional, mi autodestrucción. Desde la distancia, creía estar a salvo. En realidad, había abrazado con fuerza y alimentado a mi enemigo. Menospreciando, degradando y relegando mis valores y principios. Empezó como un juego en el que mis horas de desconsuelo se hacían más pasajeras. Acabando ser un macabro acto de descontrol, consumiendo cada partícula, disipando mi esencia.
Elegí transitar por un camino que había iniciado hacía tiempo de forma irracional, mi autodestrucción. Desde la distancia, creía estar a salvo. En realidad, había abrazado con fuerza y alimentado a mi enemigo. Menospreciando, degradando y relegando mis valores y principios. Empezó como un juego en el que mis horas de desconsuelo se hacían más pasajeras. Acabando ser un macabro acto de descontrol, consumiendo cada partícula, disipando mi esencia.
Abrí los ojos súbitamente y comprendí. Estaba de nuevo en un agujero. Quizás creí haber salido de él, cuando lo único que había estado haciendo era hundir más mis pies.
En realidad no importa, ahora consecuente de haber elegido el camino erróneo, observo múltiples posibilidades ante mí. Y la respuesta en sí, no tiene mayor importancia. Pues aprendí que cada pedazo que perdí regresará a mí, de manera diferente y dispuesto a volver errar.
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