Distancia
Entraste de puntillas, lo hiciste con cautela y prudente. Tu semblante siempre amable, atento, tus brazos siempre abiertos.
Mi coraza desquebrajada, mi esperanza recompuesta, no pude evitar bajar la guardia. Te abriste paso en mi tormenta, creando un camino incierto y a la vez perfecto.
Después apareció un inesperado silencio, ese que me hacía sentir profundamente la realidad. No lo podíamos evitar, nuestros días colmados por la ausencia.
Decidir, quizás eso era lo correcto. Algo nacía, dos palabras hermosas como pueden dar tanto miedo... Esas que vinieron de ti primero, y acto seguido me reclamabas distancia, enfriamiento.
Puse los pies en el suelo, aunque mi tendencia natural es vivir en sueños. Lo comprendo, lo acepto, incluso podría confesar que estoy de acuerdo. Distancia, quizás eso era lo más correcto.
¿Pero como hacerlo? Como hacerlo después de dos palabras grabadas a fuego.
Desnuda mi coraza de acero, desprendida al fin de miedos. Esas dos palabras que me daban alas y me acaloraban los labios, pasaron a inundar mis ojos y dejarme un sabor amargo.
Reclamar distancia entonces era lo justo, lo complicado es distanciarme de mi propio latir, ese canalla me recuerda que resucitó por ti.
¿Pero como hacerlo? Como hacerlo después de dos palabras grabadas a fuego.
Desnuda mi coraza de acero, desprendida al fin de miedos. Esas dos palabras que me daban alas y me acaloraban los labios, pasaron a inundar mis ojos y dejarme un sabor amargo.
Reclamar distancia entonces era lo justo, lo complicado es distanciarme de mi propio latir, ese canalla me recuerda que resucitó por ti.
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