Cavilaciones
Mi primera vez entre tus paredes y creo haber llegado a mi hogar.
Mis ojos inundados de belleza, mientras miro tus dibujos entro en trance, me hipnotizo y me detengo ante cada detalle. Tú sentado a mi lado me observas en silencio, fumando un cigarro nuestras miradas se cruzan y contienen sonrisas, los escalofríos en mi espalda no cesan.
Nos arropa ya la madrugada, las horas vuelan a tu lado. Te miro desde el otro rincón del sofá y trato de ordenar mis sentidos.
Te escucho atenta, me hablas de esa canción que no conozco, tus palabras estallan en el aire y llenan de vida la habitación. En ese momento, deseo ser solo tuya. Regresa a mí esa sensación del primer día, me nace en los pies y asciende hasta mi vientre, no se detiene prosigue hasta alcanzarme el pecho. Allí la siento desconocida, cálida. Cierro los ojos un poco más, quiero retener conmigo esa emoción que me despiertas, esa emoción que aún no me atrevo a pronunciar.
Te escucho atenta, me hablas de esa canción que no conozco, tus palabras estallan en el aire y llenan de vida la habitación. En ese momento, deseo ser solo tuya. Regresa a mí esa sensación del primer día, me nace en los pies y asciende hasta mi vientre, no se detiene prosigue hasta alcanzarme el pecho. Allí la siento desconocida, cálida. Cierro los ojos un poco más, quiero retener conmigo esa emoción que me despiertas, esa emoción que aún no me atrevo a pronunciar.
No te esperaba, ni siquiera imaginé encontrarte. Ahora se aturullan esos murmullos que me acompañan, esas cicatrices que no logré aún silenciar entran en la batalla.
Te miro y te reconozco, me pregunto a menudo si esto puede ser real. Mi niña soñadora, me invita a cogerte de la mano y volar. Mi niña herida, me sostiene de la cintura, pidiendo cautela y serenidad.
Y yo, que soy esas dos niñas, las observo, las escucho y las consiento a ambas.
Esta noche, en tu montaña el tiempo detenido. Tus labios y tus manos me transforman en volcán. Mi niña soñadora, dueña del lugar.
Al salir el sol, llegará la resaca de esos besos y ella, esa otra que está también en mí, estirará de mi falda reclamando atención.
A pesar de todo, me dispongo a abrirte las puertas e invitarte a entrar, eres una atracción inevitable y estar a tu lado demasiado natural. Mi lógica anda ahí, reclamando su espacio, pero confieso que si en algo soy experta es en recaer. No nos engañemos, mi locura siempre acaba por vencer a mi razón.
Te miro y te reconozco, me pregunto a menudo si esto puede ser real. Mi niña soñadora, me invita a cogerte de la mano y volar. Mi niña herida, me sostiene de la cintura, pidiendo cautela y serenidad.
Y yo, que soy esas dos niñas, las observo, las escucho y las consiento a ambas.
Esta noche, en tu montaña el tiempo detenido. Tus labios y tus manos me transforman en volcán. Mi niña soñadora, dueña del lugar.
Al salir el sol, llegará la resaca de esos besos y ella, esa otra que está también en mí, estirará de mi falda reclamando atención.
A pesar de todo, me dispongo a abrirte las puertas e invitarte a entrar, eres una atracción inevitable y estar a tu lado demasiado natural. Mi lógica anda ahí, reclamando su espacio, pero confieso que si en algo soy experta es en recaer. No nos engañemos, mi locura siempre acaba por vencer a mi razón.
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