Mi montaña mágica



Hay épocas en las que sientes vivir en una espiral de monotonía ... y ...¡uf! que descorazonador pensar únicamente en las obligaciones, nos apagan lentamente. Si durante ese día de la marmota te detienes a pensar un instante en ti, llegas a la conclusión de que poco tiempo nos dedicamos de verdad a nosotros mismos.


Resulta complicado conciliar, encontrar el equilibrio entre lo que debo hacer, lo que me exigen hacer, lo que los demás necesitan de mí. En definitiva, demasiadas obligaciones que parecen no tener fin. 
Realizar actividades de forma independiente y gratificantes vamos, lo que toda la vida se ha conocido como tener una afición. Es la fórmula que ayuda a no perder el juicio ante un ritmo acelerado o ante una monotonía desesperante.... Pero conseguir una constancia ante ese cuidado personal, ese es el verdadero reto. 
Andar esperando la llegada de algo mejor, esperar el momento adecuado, anhelar una felicidad abstracta, posponer como norma. A eso parece que nos vamos acostumbrando a medida que crecemos. 

Hoy propongo un juego con el único propósito de conseguir evasión. Una actividad para recrear la ilusión, imaginar y soñar con imposibles... Observar la vida con la mirada de un niño de nuevo. Regresar a la niñez y a su bendita inocencia. 


Imagina que recibes un regalo especial, se trata de una llave. No cualquier llave, es una llave que da acceso a una montaña mágica, un lugar sagrado. Sin condiciones, sin restricciones, un lugar por construir, a estrenar únicamente por ti. 

Hoy decidí coger mi llave y entrar en ese lugar. Llena de inquietud, me encontré bajo un techo de brillantes luces. En mi montaña me esperaban variedad de sedas estampadas y de mil colores. Lo siguiente que llamó mi atención fueron unos cordones dorados, que cuidadosamente ataban centenares de cajas de madera envejecida. Dubitativa, me atreví al fin a desatar algunas de ellas... estaban repletas de besos, de abrazos, de lágrimas y de sonrisas, de miradas cómplices. Y mi inicial inquietud se transformó en esperanza y en gratitud. 
Continué explorando ese santuario, y encontré un gran tablero, parecido a una puerta, estaba cubierto por una lona color  escarlata. Tiré con fuerza y descubrí un enorme espejo empañado. Lo limpié con suma prudencia y curiosidad, ante mí apareció una sencilla inscripción donde ponía: Es lo único que necesitas
Desconcertada por un momento,  acerté a ver que el espejo empezaba a brillar con fuerza. Ante mí un reflejo que me devolvía la mirada, mi propio reflejo. 
Sonreí y sonreí... y mi sonrisa se tornó risa y después carcajada. Volví a observar con detalle el interior de mi mágica montaña, y en ese instante conecté con mi ilusión y mi esperanza, hacía demasiado...demasiado tiempo que no lo había hecho.


Si tienes un momento, te animo a jugar sólo hay una norma, no existen normas, olvida los límites. Eso sí, debes empezar por preguntarte:


 ¿Qué habrá dentro de mi montaña mágica?  




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