Miedos
Los miedos, esos fantasmas que me estremecen y me asfixian, que aceleran mi pulso. Aparecen provocando vértigo, sacudiendo, inyectando adrenalina.
Fantasmas que se manifiestan en situaciones nuevas, desconocidas. También aparecen en esas situaciones que jamás imaginé, situaciones que creí irreales, situaciones para las que no me preparé. Entonces mi cuerpo tiembla y mi mente se acelera sin control. Solo siento pavor, tensión,angustia, preocupación.
De cualquier forma, debería razonar y abstraerme de mis emociones. Concebir el miedo tal cual es, como una respuesta ante una amenaza a mi bienestar. Es un acto reflejo de supervivencia que me permite estar alerta. Debería sentirlo como algo necesario, algo que me empuja a reaccionar. Para entender mejor el miedo, debería razonar y analizar algunas cuestiones:
- La naturaleza de la amenaza. ¿Es una amenaza real, o bien una posible amenaza? A veces sí, se presenta una situación real que me provoca entrar en estado de alerta. Otras veces, es mi mente la que me hace estar alerta, a través de pensamientos de preocupación y/o de anticipación.
- La percepción de control. ¿Quién debe responder a la amenaza? Para empezar, me gustaría controlar todo lo que me ocurre, como a muchas personas. Pero a menudo, lidiamos con situaciones amenazantes que escapan a nuestro control. No las pudimos predecir, quizás tampoco nos permitan actuar ni intervenir, pero nos involucran.
Otras veces, quizás tenga cierto control,puede que eligiera estar en esa situación, o al menos sienta que puedo hacer algo. Pero la amenaza ahora me parece de demasiada magnitud. No me veo capacitada, ahora no confío en mi habilidad para hacerle frente.
-El margen de maniobra. ¿Mi respuesta será útil o no? Ante lo que me pasa debo actuar y lo que decida hacer puede tener efectos diferentes, o incluso no servir para nada. Puedo equivocarme o acertar. Si anticipo malos resultados, el miedo puede acabar paralizándome del todo. Aquí entraría en juego la confianza que tengo en mí y mi capacidad de asumir riesgos.
El problema es que el miedo también provoca el efecto contrario: bloquea y paraliza. Se puede sentir tan intensamente, que impide avanzar. ¿Cómo salir de esa parálisis? La respuesta no es fácil, no hay una fórmula universal. Hay diferentes miedos, son fruto de diferentes situaciones y afectan e involucran a diferentes personas. Escapan de mi control y me crean inseguridad. Quizás ayude reafirmarme buscando la seguridad en mí misma. Quizás sirva buscar apoyo en mi entorno, no es necesario afrontar un miedo completamente sola. Quizás no sea necesario pensar demasiado, quizás lo eficaz sea dejarme llevar más.
En cualquier caso, el miedo me pone a prueba a menudo. A veces de forma justificada, otras veces de forma imaginada. No tengo la respuesta correcta en mis manos, pero intento hacer frente al bloqueo, analizo razones, comparto preocupaciones, busco alternativas, pruebo soluciones, asumo limitaciones, lucho acompañada, busco recursos, arriesgo sin anticipar, aprendo de los errores...
Confiar en la propia capacidad de afrontamiento, puede ser un primer paso.
Recuerda que tal vez, no acabes venciendo la batalla, pero lucha aunque tiembles, coge aliento aunque estés rendido, busca aliados y trata de avanzar, aunque lo hagas lentamente. El miedo en algún momento entrará en ti, tu objetivo debe ser no dejar que te paralice completamente.
Y miré al miedo a los ojos,
le dije que aunque a veces viviera en mí,
no sería su hogar.
le dije que aunque a veces viviera en mí,
no sería su hogar.
Le permito visitarme, jamás quedarse.
A veces hace falta sentir ese miedo para hacernos mucho más fuertes.
ResponderEliminarSin duda, superar los temores nos aumenta la confianza y la autoestima.
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