Una isla para soñar (II)
Durante las semanas siguientes a su regreso, al terminar el trabajo y después de charlar con Anasú, Áural se encerraba en su taller. Empezó por reponer materiales y organizarlos, siguió dibujando planos y continuó serrando maderos, puliendo rocas, calibrando y ensamblando.
Anasú, seguía en su rutina de moler grano, recoger frutos y experimentar con nuevos sabores.
Los días parecían pasar con normalidad en isla Calíope. Pero Áural, sin darse cuenta fue olvidándose poco a poco de manejar los vientos. Estaba tan emocionado con volver a trabajar en su taller, que sin darse cuenta, llevaba semanas encerrado en él. No hablaba con nadie y prácticamente no comía. Como había abandonado su responsabilidad de silfo, la comunidad del bosque estaba muy indignada. Él hacía oídos sordos y seguía trabajando noche y día. Al atardecer,descansaba un rato y visitaba a Anasú, charlaban y degustaban un pedazo de pastel juntos. En ese momento del día, sentía que hacía lo correcto. Ese momento, le hacía seguir adelante en su secreto proyecto.
Se acercaba la noche del primero de mayo, uno de los días más importantes del año en isla Calíope. En ese rincón del bosque, se celebraba la noche de Beltane por todo lo alto. Esa noche marcaba el comienzo del verano pastoral, temporada en la que los animales se dirigían a pastar libres en los prados del norte. Acudían las comunidades de seres de otros bosques. Preparaban un gran banquete con todo todo tipo de manjares, que duraba todo el día. Al caer la noche, se prendían hogueras, se danzaba y cantaba hasta el alba. Las hadas especialmente, esperaban esa festividad con entusiasmo. Para ellas, significaba el comienzo de la época más bella del año.
Tres días antes del gran evento, Áural llamó a altas horas de la noche muy nervioso a la puerta de Anasú. Ella aún estaba despierta, se había entretenido envasando jalea de moras silvestres. Abrió la puerta y se encontró con su amigo:
- Acompáñame al taller, tengo una sorpresa para tí- le dijo él, impaciente como un niño.
Ella algo aturdida, le siguió sin imaginar lo que iba a ver con sus propios ojos.
Al llegar al taller, no vio nada en particular que pudiera sorprenderle, herramientas y montones de materiales, le pareció que el taller era un desastre. En el lugar reinaba el desorden,mirase donde mirase, solo se veían cosas amontonadas y tapadas con lonas. Áural la cogió de la mano y la llevó ante el montón más alto, y le pidió que le ayudara a descubrirlo.
Tiraron fuerte y ella se quedó con la boca abierta. Ante sí había un molino de tamaño mediano, pero cuidadosamente fabricado.
Áural se movía por la habitación con rapidez destapando el resto de montones, eran sacos de grano. Durante las últimas diez semanas, había estado encargando un saco diario al anciano Ekidé y ahora tenía kilos y kilos de maíz almacenado.
Anasú no salía de su asombro, abrazó a su amigo y aletearon de alegría por el taller, ambos reían sin control.
Después de un buen rato, se detuvieron y se sentaron en el suelo.
- Sé que no es algo de otro mundo, pero la cantidad de harina que puedes moler es diez veces más que con tu metate.- dijo Áural recobrando el aliento.
- ¡Es perfecto!Gracias a ti podré hornear muchos pasteles, pero... ¿Por qué lo has hecho tú solo? Yo te podría haber ayudado...- dijo ella.
- Necesitaba hacerlo solo, para demostrarme a mí mismo que era capaz de hacerlo. Y he dejado ésto para el final...- contestó el silfo destapando una lona que cubría unos 200 kilos de harina.
Anasú rompió a llorar y abrazó fuertemente a su amigo. Cuando se calmó, le miró a los ojos y le dijo:
- No sé como agradecerte lo que has hecho, yo solo he sido un hada soñadora que todos tomaron por loca. Y ahora...
- Quien tiene algo que agradecerte soy yo.- la interrumpió Áural.- Regresé a esta isla que tanto detestaba. Me recibiste y me ofreciste los mejores dulces que jamás había degustado, charlabas conmigo, cuando nadie me hablaba. Des de la distancia, te observaba en tu empeño por abrir una pastelería. Y gracias a ti descubrí la razón de mi fracaso. Yo había tenido ideas poco útiles y prácticas para los demás, mis inventos solo los entendía yo. Por eso tuve que regresar, fue difícil hacerlo. Pero eso, me enseñó a prestar atención más allá de las paredes de mi taller.
Los dos amigos se miraron y sonrieron, en ese momento comprendieron una cosa... En la vida, es importante observar lo que nos rodea. Así se asumen los errores y se puede ver más allá.
Al oír el alboroto, toda la comunidad del bosque había acudido a la puerta del taller. Estaban estupefactos, ante lo que veían pero no pudieron evitar alegrarse por ellos y felicitarlos.
Durante los días previos al gran banquete, los dos amigos andaban muy atareados con sus nuevos trabajos.
La construcción del molino, había hecho que diferentes seres acudieran al taller de Áural. Quien, se planteaba contratar un ayudante, pues la lista de encargos crecía por momentos. Los seres del bosque, le pedían que mejorara el uso de sus herramientas de trabajo y mobiliario del hogar. Incluso algunos le animaron a inventar nuevos artilugios.
Por su parte, su pizpireta amiga molía harina en su molino, amasaba con energía, destapaba tarros de conservas y cantaba alegremente mientras cocinaba recetas de éxito. Ella aún no lo sabía, pero la noche de Beltane de ese año, se recordaría como el inicio de una nueva tradición. Saborear los originales y exquisitos dulces de Anasú, la primera hada pastelera de isla Calíope.
PESPUNTE:
Los sueños pueden no prosperar si se escucha sólo a las voces contrarias. Para que se mantengan vivos se necesita constancia, empeño y saber escuchar otras voces. Esas voces que animan, ésas que ofrecen ayuda.
Los sueños pueden ahogarse por miedo al fracaso, o bien por la huella de un fracaso real. Atreverse y observar, recomponerse, asumir y aprender de los errores. Insistir en hallar nuevas maneras pueden mantenerlos a flote.
Es cierto, no existe ninguna garantía de alcanzar un sueño. Pero, recuerda, los sueños: alimentan el alma y construyen ilusión. Pase, lo que pase...
Anasú, seguía en su rutina de moler grano, recoger frutos y experimentar con nuevos sabores.
Los días parecían pasar con normalidad en isla Calíope. Pero Áural, sin darse cuenta fue olvidándose poco a poco de manejar los vientos. Estaba tan emocionado con volver a trabajar en su taller, que sin darse cuenta, llevaba semanas encerrado en él. No hablaba con nadie y prácticamente no comía. Como había abandonado su responsabilidad de silfo, la comunidad del bosque estaba muy indignada. Él hacía oídos sordos y seguía trabajando noche y día. Al atardecer,descansaba un rato y visitaba a Anasú, charlaban y degustaban un pedazo de pastel juntos. En ese momento del día, sentía que hacía lo correcto. Ese momento, le hacía seguir adelante en su secreto proyecto.
Se acercaba la noche del primero de mayo, uno de los días más importantes del año en isla Calíope. En ese rincón del bosque, se celebraba la noche de Beltane por todo lo alto. Esa noche marcaba el comienzo del verano pastoral, temporada en la que los animales se dirigían a pastar libres en los prados del norte. Acudían las comunidades de seres de otros bosques. Preparaban un gran banquete con todo todo tipo de manjares, que duraba todo el día. Al caer la noche, se prendían hogueras, se danzaba y cantaba hasta el alba. Las hadas especialmente, esperaban esa festividad con entusiasmo. Para ellas, significaba el comienzo de la época más bella del año.
Tres días antes del gran evento, Áural llamó a altas horas de la noche muy nervioso a la puerta de Anasú. Ella aún estaba despierta, se había entretenido envasando jalea de moras silvestres. Abrió la puerta y se encontró con su amigo:
- Acompáñame al taller, tengo una sorpresa para tí- le dijo él, impaciente como un niño.
Ella algo aturdida, le siguió sin imaginar lo que iba a ver con sus propios ojos.
Al llegar al taller, no vio nada en particular que pudiera sorprenderle, herramientas y montones de materiales, le pareció que el taller era un desastre. En el lugar reinaba el desorden,mirase donde mirase, solo se veían cosas amontonadas y tapadas con lonas. Áural la cogió de la mano y la llevó ante el montón más alto, y le pidió que le ayudara a descubrirlo.
Tiraron fuerte y ella se quedó con la boca abierta. Ante sí había un molino de tamaño mediano, pero cuidadosamente fabricado.
Áural se movía por la habitación con rapidez destapando el resto de montones, eran sacos de grano. Durante las últimas diez semanas, había estado encargando un saco diario al anciano Ekidé y ahora tenía kilos y kilos de maíz almacenado.
Anasú no salía de su asombro, abrazó a su amigo y aletearon de alegría por el taller, ambos reían sin control.
Después de un buen rato, se detuvieron y se sentaron en el suelo.
- Sé que no es algo de otro mundo, pero la cantidad de harina que puedes moler es diez veces más que con tu metate.- dijo Áural recobrando el aliento.
- ¡Es perfecto!Gracias a ti podré hornear muchos pasteles, pero... ¿Por qué lo has hecho tú solo? Yo te podría haber ayudado...- dijo ella.
- Necesitaba hacerlo solo, para demostrarme a mí mismo que era capaz de hacerlo. Y he dejado ésto para el final...- contestó el silfo destapando una lona que cubría unos 200 kilos de harina.
Anasú rompió a llorar y abrazó fuertemente a su amigo. Cuando se calmó, le miró a los ojos y le dijo:
- No sé como agradecerte lo que has hecho, yo solo he sido un hada soñadora que todos tomaron por loca. Y ahora...
- Quien tiene algo que agradecerte soy yo.- la interrumpió Áural.- Regresé a esta isla que tanto detestaba. Me recibiste y me ofreciste los mejores dulces que jamás había degustado, charlabas conmigo, cuando nadie me hablaba. Des de la distancia, te observaba en tu empeño por abrir una pastelería. Y gracias a ti descubrí la razón de mi fracaso. Yo había tenido ideas poco útiles y prácticas para los demás, mis inventos solo los entendía yo. Por eso tuve que regresar, fue difícil hacerlo. Pero eso, me enseñó a prestar atención más allá de las paredes de mi taller.
Los dos amigos se miraron y sonrieron, en ese momento comprendieron una cosa... En la vida, es importante observar lo que nos rodea. Así se asumen los errores y se puede ver más allá.
Al oír el alboroto, toda la comunidad del bosque había acudido a la puerta del taller. Estaban estupefactos, ante lo que veían pero no pudieron evitar alegrarse por ellos y felicitarlos.
Durante los días previos al gran banquete, los dos amigos andaban muy atareados con sus nuevos trabajos.
La construcción del molino, había hecho que diferentes seres acudieran al taller de Áural. Quien, se planteaba contratar un ayudante, pues la lista de encargos crecía por momentos. Los seres del bosque, le pedían que mejorara el uso de sus herramientas de trabajo y mobiliario del hogar. Incluso algunos le animaron a inventar nuevos artilugios.
Por su parte, su pizpireta amiga molía harina en su molino, amasaba con energía, destapaba tarros de conservas y cantaba alegremente mientras cocinaba recetas de éxito. Ella aún no lo sabía, pero la noche de Beltane de ese año, se recordaría como el inicio de una nueva tradición. Saborear los originales y exquisitos dulces de Anasú, la primera hada pastelera de isla Calíope.
PESPUNTE:
Los sueños pueden no prosperar si se escucha sólo a las voces contrarias. Para que se mantengan vivos se necesita constancia, empeño y saber escuchar otras voces. Esas voces que animan, ésas que ofrecen ayuda.
Los sueños pueden ahogarse por miedo al fracaso, o bien por la huella de un fracaso real. Atreverse y observar, recomponerse, asumir y aprender de los errores. Insistir en hallar nuevas maneras pueden mantenerlos a flote.
Es cierto, no existe ninguna garantía de alcanzar un sueño. Pero, recuerda, los sueños: alimentan el alma y construyen ilusión. Pase, lo que pase...
¡No dejes de soñar!
Que bonito Beatriz!! Me gustó muchisimo!!
ResponderEliminarSaludos ;)
Muchas gracias Virginia, un abrazo guapa
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