Almas tras la batalla
Una tarde de invierno Nick, conocido como el soldado ojos azules, cabalgaba a buen ritmo. Al llegar al arroyo, se detuvo para que el jamelgo se repusiera con agua fresca. Llevaba tanto tiempo cabalgando, que había perdido la cuenta de las millas recorridas. A pesar de la época del año, el día era soleado y la temperatura era realmente agradable. Mientras empapaba su pañuelo y refrescaba su rostro, se sorprendió al mirar en dirección al siguiente prado. Un incesante destello de luz en el horizonte, despertó su atención. Montó de nuevo en su caballo, con un pellizco en su interior, puso rumbo al prado. Al llegar al inicio del llano desmontó. El destello proseguía, agarró fuertemente las riendas y decidió proseguir a pie. Algo dentro de él, le decía que debía llegar al lugar despacio. A lo lejos divisó una canija silueta, repentinamente se sintió algo inquieto. Prosiguió caminando junto al caballo y a lo lejos, la vio sola. Ella corría libre entre amapola