jueves, 24 de septiembre de 2015

Dar

Te di mis noches en vela, 
vertí mis secretos más oscuros sobre tus sellados labios. 
Te ofrecí mi mitad benévola, 
 no me olvidé de mostrarte también mi otra mitad, la maldita.


Confié todos mis deseos en tus fuertes manos, 
desnudando con cada confesión mi humana alma. 
Vomité toda mi rabia, mi voz quebrada en grito 
convertida en el más salvaje animal.  


Vibré en las alegrías, dichosa de la libertad a tu lado. 
Desolé en los llantos hasta convertir el dolor en esclavo. 
Desfallecía en cada pelea por ganar,
también me aventuraba con esas batallas perdidas de antemano. 


Estallé en acaloradas risas, enfrié mis caricias. 
Todo lucía de impoluto blanco, hasta que de golpe... 
se tornaba en el más siniestro negro. 
Inquieta y ansiosa buscando un necesario equilibrio.


Di todo lo que tenía dentro, fuera malo o fuera bueno... 
y después de ese tremendo esfuerzo, 
tan solo restaba algo en mi interior para darte... el desolador vacío. 






jueves, 17 de septiembre de 2015

Conectar


Al atardecer, contemplo ese espléndido paisaje desde mi balcón. Sin apenas darme cuenta, se ha vuelto mi momento del día. Es un instante de dejarme ir, me relajo, me siento fluir. Miro lejos, me suspendo en el aire, mis pies se elevan y ya no estoy aquí. Un momento de conexión, no solo con esos árboles y esas lejanas montañas. Saludo a los pájaros que vuelan libres, me asombro acariciando el anaranjado cielo junto a ellos.

Otro atardecer, sumergida en ese momento. Me sorprende un hormigueo  que recorre mi cuerpo, a continuación algo curioso presiento, me nace de dentro. Parece... creo que sí... aún no lo esperaba... lo estoy sintiendo latir. Bombea con tal fuerza en mi pecho, parece que desea escapar de mí. 
Ese corazón mío que se quedó hecho trizas, me dice estar aquí. No pide más, solo me dice que no le olvide, con cada latido me suplica que ahora solo necesita una cosa: latir por mí. 

Yo que me imaginaba muy lejos, sin tocar el suelo. Ahora le escucho atentamente y una terrenal sensación me invade. Me siento cerca, cerca de él y cerca de mí. Cierro los ojos para sentirle, él palpita alegre. Me recuerda que queda vida dentro de mí, me está impulsando a seguir. Hacía tanto tiempo, que no permitía sentirle... le negué, le anulé... le perdí...

Liberada de mordazas y de ataduras, recién reanimada deseo ser, solo quiero ser. Recomponer mis pedazos con mis constantes manos. Sentirme de nuevo capaz, tenaz. Permitirme sonreír, vibrar. 


En estrecha conexión con este nuevo paisaje, me concedí sentir. Cuando siento decaer, cierro los ojos serena y recuerdo ese instante. Ese instante, en que una cálida sonrisa quedó grabada en este incansable corazón. 

jueves, 10 de septiembre de 2015

Naufragio

Cierras los ojos tan fuerte, que en el fondo de esa oscuridad puedes ver ese color que tiñe tu alma.  Es un rojo intenso y vivo,  que brota de tus heridas abiertas. 
Piensas a borbotones,  ahogándote en cada reproche. Incapaz de cambiar tu forma de actuar,  que no reconoces... te volviste torpe e indecisa. Estás perdida en ese mar y sientes errar ante todo.
 
Abres los  ojos y ves su fuego, te paralizas admirando su calor. Arde más deprisa de lo que puedes asimilar, te quema intenso y consume tus entrañas. Ya solo puedes permanecer inmóvil, dejarle arder hasta que te convierta en ceniza.

Mientras te derrites, te sientes demasiado vulnerable. Te maldices, te reprochas...¿Por qué mi alma tiene ese color? Recuerdas entonces... eres herida abierta. 


Sobreviviendo al naufragio, temblando en ese mar teñido de sangre, desorientada y sin brújula. Deseando agarrarte con fuerza a la vida. Pero ahora, sabes que no puedes ofrecer esa salvación a nadie que no seas tú misma. La culpa te acompaña, te sientes... frágil. 

Agitas tus manos y desgarras tu garganta. En el fondo, ansías sanar tu alma en su perverso regazo. Quieres ser tú quien le arda,  quien le fulmine en una mirada, ser tú quien le haga cenizas. Desnudarte de miedos,  abrazar el instante, renacer, ser diferente.

De repente su fuego se apaga,  no entiendes lo que pasa. Te sorprendes mirando las brasas, te descolocas, te sientes de nuevo aturdida. Esa última sacudida te deja de nuevo confundida, pues no sabes si derramar lágrimas por perder otra vez, o suspirar profundamente... aliviada por dejar de arder. 
Solo aciertas a mirar de reojo a esa última rebelde brasa. Esperando si, el tiempo que ahora  necesitas, la consumirá del todo o la volverá a encender de nuevo de ese color que tiñe tu alma.



jueves, 3 de septiembre de 2015

Clic

Las preocupaciones pasadas y futuras creaban una inquietante mezcla.  Hacía demasiado tiempo que  nublaban su mente.  El insomnio era fiel compañero,  las noches se habían vuelto en desesperantes horas buscando un entretenimiento.  
Bien entrada la madrugada, después de dar varias cabezadas ante el televisor conseguía dormir algunas horas.  Al despertar,  siempre esa sensación de no haber logrado descansar. Recordaba haber soñado, pero era incapaz de explicar esos sueños, solo tenía la sensación de estar saturada,  intranquila e irremediablemente agotada. 

Las tardes de aquel verano eran su pasatiempo más llevadero. Con su cuaderno bajo el brazo, paseaba hasta el puerto. Primero daba un vistazo por los embarcaderos de los barcos de recreo. Después a paso lento se dirigía al antiguo muelle, sentada observaba el ambiente. Los pescadores descargando apresurados para la subasta, turistas perdidos y algunas personas que paseaban despreocupadas.

Le sorprendía la cantidad de cosas que se podían descifrar al mirar a la gente desde lejos. Aquel instante, despertaba su inspiración. Escribía historias sobre aquellos desconocidos que paseaban absortos, ignorando su presencia. Como una espectadora, como un fantasma. Era curioso, porque en ese momento de su vida se sentía exactamente de esa manera. 
Aquella tarde, una voz grave la distrajo de sus letras.

 -¿Qué escribes todas las tardes?- preguntó.

Al levantar la vista, vio a un joven pescador parado ante ella con cara de curiosidad.

 - Cosas mías. - contestó, algo molesta. 
 - Bueno, no quería molestarte. Aunque tienes que tener muchas cosas en la cabeza... llevas viniendo todo el verano y solo te he visto escribir.- dijo mientras se marchaba.

Ella, asombrada por ese comentario tan solo acertó a reír. 

Al regresar a casa, no podía evitar sonreír al recordar a ese entrometido chico. Ese chico la había visto durante todo el verano sentada en el muelle. Aunque le molestó su pregunta y estuvo a punto de enviarlo a paseo. Sintió que quizás no fuera invisible como creía, a pesar de haberse aislado de todo.

Esa noche al ir a dormir, sus pensamientos parecían ir a una velocidad más reducida. Aún así, seguían rodando. Una vuelta más en su cabeza y escuchó un sonido metálico, parecido a un "clic". Sus desordenados pensamientos se equilibraron ofreciendo esa ansiada tranquilidad, esa noche consiguió dormir unas horas más. 


PESPUNTE

Hay situaciones en los que la soledad te envuelve de tal forma, que sientes desaparecer. Sin saber cómo, pasas a ser un mero espectador de tu vida.
Deberías preguntarte si ese es el papel que quieres interpretar. Pues seguramente, llegará ese día... el día en que te arrepientas de esas cosas que dejaste pasar, de aquello que no hiciste. Llegará el día en que el telón bajará para siempre... ¡No temas actuar! 


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