Esa candela
Hay un lugar al que mi mente viaja cuando busca refugio. Es una curiosa estancia, no se trata de ningún paraíso terrenal, ni ninguna playa vestida de blanca arena y bañada por aguas cristalinas.
Cierro los ojos y lo veo con claridad, un cuartito tan humilde que antaño había sido una cuadra. Allí es donde me imagino cuando necesito un abrazo.
Ese cuarto se asoma a un patio de coloridas flores, pintorescas macetas que conozco desde mi infancia. Pero su principal atracción está en un rincón, donde arde con intensidad la candela. Alrededor de ella, sillas bajas dispuestas y a la espera de una reparadora costumbre.
Mientras las llamas alumbran, el calor invade la estancia y se entra en un estado de relajación extrema. En días en los que necesito un respiro me imagino allí... espatarrada en la candela, termino exacto que define ese acto.
Ahora ve pasar las estaciones del año entre pespuntes y ascuas. Pero su encanto se esconde en esos momentos de los que ha sido testigo. Una sonrisa cómplice seguida de un abrazo apretado. Las palabras tristes están permitidas pues cuando invaden el aire, se convierten en lágrimas y se transforman al instante en alegría contenida...
Aún no sé explicar si un día mi corazón dejó un trozo de él allí pintado en la pared. O más bien, albergué una llama en mi pecho de ese sagrado lugar. Lo que puedo decir es que allí estoy también cuando alguien deje escapar un quejido o un lamento... un suspiro o un anhelo... una risa o alguna locura... pues el calor de mi hogar nace de esa candela.
Cierro los ojos y lo veo con claridad, un cuartito tan humilde que antaño había sido una cuadra. Allí es donde me imagino cuando necesito un abrazo.
Ese cuarto se asoma a un patio de coloridas flores, pintorescas macetas que conozco desde mi infancia. Pero su principal atracción está en un rincón, donde arde con intensidad la candela. Alrededor de ella, sillas bajas dispuestas y a la espera de una reparadora costumbre.
Mientras las llamas alumbran, el calor invade la estancia y se entra en un estado de relajación extrema. En días en los que necesito un respiro me imagino allí... espatarrada en la candela, termino exacto que define ese acto.
Ahora ve pasar las estaciones del año entre pespuntes y ascuas. Pero su encanto se esconde en esos momentos de los que ha sido testigo. Una sonrisa cómplice seguida de un abrazo apretado. Las palabras tristes están permitidas pues cuando invaden el aire, se convierten en lágrimas y se transforman al instante en alegría contenida...
Aún no sé explicar si un día mi corazón dejó un trozo de él allí pintado en la pared. O más bien, albergué una llama en mi pecho de ese sagrado lugar. Lo que puedo decir es que allí estoy también cuando alguien deje escapar un quejido o un lamento... un suspiro o un anhelo... una risa o alguna locura... pues el calor de mi hogar nace de esa candela.
Es precioso. Yo también he vivido momentos así, y no hay mejor forma de describirlos que como tú lo has hecho.
ResponderEliminarUn besillo.
Me has llevado con la lumbre a mi infancia y a recordar a mis abuelos (que poco pude disfrutar de ellos en el calor de esa candela)
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