Indefensión
Eres el eco de mi cabeza, el insomnio de mis noches y el vacío en mi corazón.
Me abrazas, me atrapas y me enredas. Aunque corrí libre a tus brazos, eres un gran pesar que ahoga sin descanso mi alma.
Te escribo para soltar parte del lastre que eres. Mientras, tú me sonríes y me miras de reojo desde el rincón de mi habitación.
Esa mirada me incomoda, es en ese instante cuando más palabras en mi mente brotan... ¡qué contradicción! me digo, pues eres la nada, la oscuridad más absoluta...
Eres el eco de mi cabeza, el insomnio de mis noches y el vacío en mi corazón.
Rasgas mis maltrechas alas con ese frío aliento sobre mi espalda. Susurras constantemente, inundando de quejidos mis oídos. Me infestas tóxico oxígeno en el pecho. Habitas como temida ausencia en mis brazos. Desde tu silencio, amarras con firmeza sogas en mis pasos.
Trato de aparentar una falsa normalidad, pero es inevitable... permanezco inerte y te dejo entrar, me dejo transformar. Desasosiego y nefasta turbación, danzan sin cesar en mi salón. Cegada por tu presencia a tientas quisiera escapar, huir de tus letales nudos.
Soledad tú persistes, tú desgarras, tú causas mi indefensión. Tú destruyes todos los recuerdos de quien un día fui, de quien en verdad hoy soy...
Eres el eco en mi cabeza, el insomnio de mis noches y el vacío en mi corazón.
Me abrazas, me atrapas y me enredas. Aunque corrí libre a tus brazos, eres un gran pesar que ahoga sin descanso mi alma.
Te escribo para soltar parte del lastre que eres. Mientras, tú me sonríes y me miras de reojo desde el rincón de mi habitación.
Esa mirada me incomoda, es en ese instante cuando más palabras en mi mente brotan... ¡qué contradicción! me digo, pues eres la nada, la oscuridad más absoluta...
Eres el eco de mi cabeza, el insomnio de mis noches y el vacío en mi corazón.
Rasgas mis maltrechas alas con ese frío aliento sobre mi espalda. Susurras constantemente, inundando de quejidos mis oídos. Me infestas tóxico oxígeno en el pecho. Habitas como temida ausencia en mis brazos. Desde tu silencio, amarras con firmeza sogas en mis pasos.
Trato de aparentar una falsa normalidad, pero es inevitable... permanezco inerte y te dejo entrar, me dejo transformar. Desasosiego y nefasta turbación, danzan sin cesar en mi salón. Cegada por tu presencia a tientas quisiera escapar, huir de tus letales nudos.
Soledad tú persistes, tú desgarras, tú causas mi indefensión. Tú destruyes todos los recuerdos de quien un día fui, de quien en verdad hoy soy...
Eres el eco en mi cabeza, el insomnio de mis noches y el vacío en mi corazón.
Bonita prosa y un miserable, que no te merece.Un abrazo
ResponderEliminarProsa llena de dolor, que no debe permanecer. Besitos Beatriz
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