Desnudarse
No recordaba desde cuando la llamaban ojitos tristes. Cabizbaja y empequeñecida, abrazada sin fuerza a esa rutina de ver pasar los días sin ánimo. ¿Por qué soy infeliz? se preguntaba constantemente, compadeciéndose de sí misma siempre. Sin darse cuenta, se había convertido en un lamento que difícilmente lograba respirar. Eran las seis de la mañana cuando, se despertó sobresaltada después de aquel sueño revelador. Dio varias vueltas en la cama antes de levantarse a beber un vaso de agua. En la penumbra de la cocina, sus ojos estaban excesivamente abiertos a pesar de no haber descansado suficiente. En su cabeza, tan solo podía repasar sin cesar el mensaje de ese sueño. Recordaba como se había visto atrapada en una red en el fondo del mar. La angustia de no poder respirar, el cansancio de la lucha por salir a flote y ni tan solo poder gritar pidiendo auxilio. Cuando de la nada, aparecieron unas manos que cortaron las cuerdas y la sostenían con fuerza arrastrándola hacia la superf