martes, 24 de junio de 2025

Mirarme

 No consigo recordar el instante en que apareció este nudo en mi garganta y que se empeña en permanecer, en crecer. Mirarte ya no es como antes.


No tengo ya manera de saber si esta vez estás desvalida. Tu mirada está ausente y tiene esa capacidad de desarmarme, hacerme sentir tan pequeña.

Ante ti, esta vez soy yo la que me hallo débil, frágil y perdida.
 
He intentado con ahínco entenderlo en demasiadas ocasiones. Ante mí, tan solo hallé distancia, ausencia y apatía. Esa frialdad ha ganado tanto terreno que la razón resulta insuficiente para encajar tantas piezas rotas. 

Finalmente, abandoné ese empeño y esa tozudez. Demasiadas palabras vertidas, demasiadas emociones contenidas y demasiados reclamos cayeron en saco roto.


No alcanzo a recordar el momento exacto en el que este silencio, esta indiferencia irrumpieron en nuestra vida. Una fractura que siento profundamente irreparable y que tú tan solo pareces ignorar.

Mirarte ya no es como antes. Duele, lastima, frustra. Demasiado tiempo  me he sentido acorralada en una situación incomprensible. No comparto, no batallo ya absolutamente nada. Te has mostrado impasible, intocable, inamovible. 

Mi intención siempre ha sido reparar, comprender y conectarnos como siempre. De corazón, regresar juntas a donde siempre hemos sido confianza y entraña. Depués de tan solo recibir evasivas, incomprensibles reproches e indiferencia  Lo asumo, ya no puedo mirarte más, mis puentes toparon con ese enorme muro que has construido. 

Me refugio, me aparto y me retiro en silencio. Con tan solo la opción más sensata, después de todo, en este instante: empezar a mirarme.





sábado, 14 de junio de 2025

Rescatar pensamientos


Detrás de la sonrisa de estoy bien, 
mil demonios se amontonan urgando en mis entrañas.


La casa parece ahora vacía. 
En las paredes aun se aprecian algunos arañazos de las noches en vela.


Pinto mis labios y los maquillo de esa necesaria sonrisa. 
Forzada pero es mía, ahora solo es mía.


Hay espacios ocupados de sombras. 
Visiones borrosas de aquellas posibilidades ya desechadas.


Mi mirada trata de encontrar la luz del camino.
 Agotada de perderse en un inmenso mundo.


Dejé la esperanza en la ventana, 
a la suerte de la intemperie de la primavera. 


Aflojé mis dormidos dedos,
en un susurro logré pronunciar un hasta pronto.




miércoles, 11 de junio de 2025

IR CONTRA CORRIENTE

De nuevo me miro al espejo, y contempo la más implacable vulnerabilidad ante mí. Me mira a los ojos, me hace temblar, me inunda de dudas en espiral.  Después de demasiado tiempo, sosteniendo esa intensa mirada, decido regresar de nuevo a este lugar. 

Hace meses que siento haber naufragado en un mar de incertidumbre, de soledad, de dolor, de frustración y decepción. Si realmente trato de ser objetiva con la situación: el oleaje ha ido variando su intensidad. Pero dentro de mí, la suma de todo lo vivido ha resultado ser un verdadero tsumani.

Es difícil ordenar pensamientos y gestionar sentimientos, en este instante de pausa obligada. Cuando crees que todo, absolutamente todo lo cotidiano para ti, se ha desvanecido. Hay días, que me siento nadando exhausta en ese mar, tan al límite, apunto de ahogarme. Otros días, sin embargo, me impulso con fuerza y sin saber cómo logro avistar tierra.




En esta turbulenta travesía, me vi obligada a tomar decisiones para seguir a flote. Dejar lastre, liberarme de todo lo que me impedía avanzar, de aquello que agravaba aún más mi situación. Decidí enfocarme y poner la poca energía que me restaba en mí y en lo que sí me sirviera de chaleco salvavidas.

Aunque, ya siento el agotamiento. Es mental, es físico, es emocional. A pesar de todo, después de tantas semanas  sigo nadando con cierta terquedad, aprendiendo a dosificar el ritmo y apoyándome en quienes sí han sido, para mí, rayos de luz en la oscuridad de este mar.  

Ante el abandono y la indiferencia, inesperadamente surgió la presencia y el cuidado. Ante la frialdad y el egoísmo, redescubrí la risa y el abrazo.

Soy consciente que aún no llegué a buen puerto, pero contra todo pronóstico inicial he encontrando y construido refugios. Me siento ya a medio camino quizás... porque aún no sé quien seré después de este mar. Pero día a día, tengo más claro que ya dejé de ser quien  cayó en este caos.




miércoles, 12 de mayo de 2021

Carta a mi no maternidad

Hola, como ya sabes hace tiempo que convivimos, yo me he acostumbrado a tenerte conmigo, diez años dan para mucho. No recuerdo la última vez que hablamos... hoy me decido a exponerte ciertas cuestiones que a mí me han cambiado o simplemente he aceptado de ti. 

Al principio fuiste ansiedad, ansiedad por no resultar lo que yo siempre quise.
Mi intuición alimentaba esa incertidumbre, esa que dependía de unas pruebas médicas que jamás pensé afrontar. Después fuiste cierta esperanza, te pusieron nombre endometriosis. ¿lo recuerdas? Yo perfectamente, había una minúscula oportunidad. 
No fue así, la esperanza se fundió con el infinito dolor físico y las noches sin dormir. 
Me llevaste al quirófano unas diez horas, después de innumerables visitas a urgencias e ingresos hospitalarios.  La enfermedad me había lesionado demasiado, quedé quirúrgicamente estéril. Allí nos presentaron oficialmente después de demasiadas idas y venidas. 

Llegaste para quedarte conmigo. Lo que al principio fue alivio, por recuperar mi calidad de vida, se convirtió después en una batalla psicológica difícil de gestionar. 
El duelo fue de casi dos años, dos años en los que me desvanecí por completo en el dolor de una pérdida aparentemente inexistente. Porque así me hacía sentir mi entorno, como jamás tuve algo no podía sufrir por ello.
Acepté todo lo ocurrido y me propuse emprender una vida sin ser madre, y lo hice sola porque esta situación arrasó también con mi pareja. Analizando todo lo sucedido y las posibles opciones a mi alcance, descubrí tu no habías sido mi gran anhelo. Mi anhelo siempre fue formar una família, creo que  esto ya lo sabías.

Después llegaron otros compañeros de viaje como el tabú y la vergüenza. 
¿Por qué siguen preguntando por ti? ¿Por qué sigo siendo incapaz de mencionarte y compartirte?
Sigo en un armario emocional cada vez que alguien te menciona, negándote, diciendo que todo esto ha sido una decisión mía. Y si es cierto, fuiste una decisión, pero obligada por una circunstancia, por una enfermedad y por otros sucesos que ocurrieron después en mi vida. 

Ahora, después de tanto tiempo, te agradezco que me enseñes aún a quererme primero, a valorar mi salud por encima de los anhelos. Después de tanto tiempo, te agradezco que me obligues a dar ese amor que tenía reservado de otra manera. Que me des libertad de seguir eligiendo hacia donde quiero ir, aunque sabes que ando perdida en la mayoría de ocasiones. 
Agradezco que aunque el golpe fue brutal, fuiste concluyente y las esperanzas no me consumieron en un camino aun más incierto. 
Agradezco que abrieras mi mente y que mi madurez me haya hecho comprender que ser madre no era lo que pensaba al principio. Porque no soy madre, pero ya no idolatro esa idea, ahora tengo una opinión más cercana sobre lo que supone serlo de verdad. Toda situación tiene su luz y su sombra. Tú y yo lo sabemos de sobras. 

Por último, como ya sabes también... Eres mi cicatriz, siempre te he tratado así. A veces, te enrojeces y dueles (aunque ya  no de la misma manera) Me obligas a pensar en el futuro, en mi posible legado... Cuando la lección más contundente que me enseñaste es a estar más presente, a pensar en el aquí y en el ahora. Quizás este punto es el que más me cueste todavía de esta convivencia nuestra, así que como ya puedes suponer.... Lo seguiremos hablando.





sábado, 21 de noviembre de 2020

Fase de recuperación

Siento que la vida se ha detenido. 
Miro por la ventana, el mundo es demasiado acelerado allá afuera. 
Vivo de sombras de quien un día me sentí ser y de nuevas sombras que nublan mi ser. 
Intento explicar como esto me hace sentir,  no encuentro consuelo, no encuentro alivio.
La completa oscuridad se hace atractiva algunos días. 
No la buscaré me repito a menudo, aún tendría que luchar. 
Pero me hallo sentada e inerte, me da igual ver la vida pasar. 
Nada me falta, nada me importa. 

Consigo reír de pequeñas cosas, ¿estoy más cerca de la salida?
No disfruto de esas cosas que antes me apasionaban.
Me siento sola, desamparada, insegura, asustada, abrumada, ansiosa. 
No vale la pena esforzarse, pienso demasiadas veces. 
El día es interminable, demasiadas horas muertas por delante. 

Estoy harta de responder ¿Cómo estás? ¿Te encuentras mejor? ¿Qué dijo el médico?
Estoy cansada de ánimos y consejos, a pesar que no sean con mala intención.
Pienso mucho pero hago muy poco, espero que llegue esa perdida motivación. 
Céntrate en esas pequeñas cosas para cuidarte-  dijo la enfermera,
Saldrás de esta, es cuestión de tiempo- dijo la doctora. 
Todo se mezcla en mi cabeza como un cóctel del que a veces quiero beber y otras desechar. 

Me siento vulnerable, demasiado. 
Me quedaría en la cama día tras día, por no oir a nadie. 
Recuerdo el  hospital como algo agradable. Allí no sentía la presión. 
Mi propia presión, mi autoexigencia y no saber como afrontar esto. 
Después de semanas, meses... sigo sin saber cuando y como me recuperaré de esta depresión.







domingo, 12 de julio de 2020

IMPROVISANDO



Bastó un café y una amena charla,
para robarme un primer beso.
Bastó una copa de vino blanco,
para bailar descalzos sin música.
Mirarte y sentirte cerca me hacía latir como nunca.

Creí a ciegas en esa vida de tus ojos. 
Miradas de complicidad, sin importar el lugar,
te agarrabas tan firme de mi mano que yo me dejaba arrastrar.
Fue en aquel baño nocturno después del concierto,
cuando supe que me romperías o que serías eterno.


Parecía rutina eso de trasnochar y amanecer juntos,
sonrisas con miedos, silencios entre sentimientos.
Improvisando esta partida de ajedrez.
Inesperada tu distancia y fin de los movimientos.


Ahora que la partida finalizó,
me hallo reconstruyendo los pedazos
sigo improvisando y tengo una certeza…
 aquel verano que vivimos, será eterno.
.

martes, 19 de mayo de 2020

Perfectamente Humanos

Cuando vives en una sociedad a la que ni sientes pertenecer ni en la que pretendes encajar, a veces ciertas situaciones te superan. Especificando que quiere decir superar, me refiero a que te frustras, te entristeces y te encabronas.
Entonces levantas siempre tu dedo índice acusador para lanzar quejas y crítica negativa. Sí en esa posición he vivido mucho tiempo y al final acabas dándote cuenta de algunas cosas...

Vivir en la queja y la crítica hacia todo te posiciona en el lugar de víctima.
Posicionarte en el lugar de víctima te envenena lentamente, te haces daño sin ser consciente pero te puedes convertir en un enemigo más para señalar con tu dedo acusador (culpa, vergüenza, incapacidad...)
Sin saberlo, con tu actitud estás favoreciendo a todo aquello que deseas cambiar siga de la misma manera o por el contrario, empeore.  Muchas de las cosas que señalamos rápido en otros porque nos molestan o perturban, no son más que miedos, limitaciones o carencias propias.

¿Cómo saberlo? empecé mi viaje al interior hace mucho tiempo, de forma equivocada tratando de encajar en mi entorno. Pero la ventaja de haber sido una niña introvertida y sensible, hace que esté muy en contacto con la emociones propias y las identifique con rapidez. Otra cuestión es su gestión. Porque si, he entendido siempre mis emociones pero me he perdido en ellas, me he dejado arrastrar al oscuro abismo o la increíble utopia. Pero en general, insatisfacción era la palabra que mejor definia mis días de vida. Cuando esa insatisfacción crece y te hace caer más al abismo, dices que ya tienes suficiente de ese dolor, de ese sufrimiento que te ocasionan tantas situaciones. Y es duro darte cuenta que has estado siendo cómplice necesario la mayoria de las veces que te han herido.

Cuando analizas esas situaciones des de otra perspectiva... entonces despiertas y empiezas a hacerte responsable  (no culpable). Porque te das cuenta que no eres un mero espectador de tu día a día. Te das cuenta que tomas muchas acciones  (o no acciones) decisiones ( pequeñas o grandes.) Te pasas los días interaccionando con otros y también contigo misma.
Llegar a ser consciente de la responsabilidad de tu insatisfacción no significa que tengas el superpoder de ser feliz todos los días. Creo que como sociedad, vamos necesitando un golpe de realidad y que vaya desapareciendo esa epidemia motivacional de felicidad impostada que inunda las redes. Si de acuerdo, ser feliz es buscar el bienestar pero no en todo puto momento... De hecho si fuera así nos extinguiríamos... la felicidad por su definición bioquímica debe ser transitoria, es una recompensa  para volver a realizar algo que te ayuda en tu adaptación al medio. (según una de sus  posibles definiciones, personalmente aún no he definido con exactitud que es la felicidad ando buscando mi propia definición que ahí es donde creo que está la gracia del tema...)

En esta actual sociedad a la que siento no encajar se dedica a buscar la felicidad como una droga, como algo obsesivo, se dedica a construir escenarios felices, a compartir sonrisas forzadas.
Soy de esas personas que piensa que cuando lo estás pasando genial... lo último que haces es 50 selfies para elegir uno (el que mejor ángulo tiene) y compartirlo. En ese instante, solo importa lo que estás viviendo, si tienes que coger el móvil para hacerte una foto, detente y piensa si realmente estás feliz.
También soy de esas personas, que cuando está baja de ánimo, triste o cabreada, trata de gestionarse para no crear un problema mayor o se deja llevar y la lía más grande, porque si, soy perfectamente humana y me equivoco muchísimo, me lamento, me culpo... pero en aceptar o mejorar esas limitaciones es donde empieza el trabajo personal. Ese trabajo es constante, doloroso y es difícil, más difícil que posturear. Porque la clave de todo es ser honesto con uno mismo, des de ahí, tu dedo acusador se puede transformar en una mano comprensiva hacia los demás.

Cuando hablo de responsabilizarse ante lo que nos ocurre, hablo a que nos demos permiso a sentirnos mal, tristes, enfadados. Nos demos permiso para ser humanos (con defectos y con virtudes) porque ahí hay un momento en el que aprenderemos algo de nosotros y creceremos. Crecer como persona inevitablemente hace que te relaciones desde otro lugar con los demás y desde el crecimiento personal es donde crearemos otra sociedad.
Esa sociedad en la que me gustaría encajar y abrazar algun día.



lunes, 18 de mayo de 2020

Ruido

La mayoría de ocasiones, empieza de esta manera: oigo un zumbido intermitente, éste se hace constante y empieza en mi oído derecho, se va amplificando por el canal auditivo, hasta llegar a mi cerebro. Entonces el ruido inunda toda mi cabeza.
El ruido es una aglomeración de frases, o simples palabras a veces imágenes que han pasado recientemente. Mi pensamiento se pone en marcha por si mismo relacionando toda esa información que ha recibido. No es algo que haga voluntariamente, sucede, sucede sin más. Detalles que se comunican sin cesar, para procesar algo que me ha impactado más de la cuenta,  para tratar de comprender algo, para tratar de solucionar algo... así es como suelo sentirlo.
Aparece ante una noticia inesperada. Aparece ante demasiados quehaceres que atender en poco espacio de tiempo. Aparece tras hablar con alguien de sus problemas. Aparece tras quedarme en silencio en una habitación al final de una jornada. Aparece como eco cuando trabajo en exceso. Aparece demasiadas veces si no cuido estar tranquila y dedicarme un respiro del exterior, algo que necesito hacer a diario.

Es curioso como identifico todo esto que me pasa como algo particular (sé que los demás no lo viven igual) He tratado de explicarlo pero no es recibido como esperaría.
Normalmente aparece esta frase: Tómate la vida de otra manera. A menudo esa frase se abre hueco y replica entre el ruido como un eco en mi cabeza. Mi razón  grita cada palabra de esa frase  a cámara lenta tratando de hacer surgir la culpa ,la muy cabrona. La culpa ha sido compañera de viaje durante demasiado tiempo, pero se ha ido debilitando a medida de haber ido cuidándome. Sé que la culpa no me ayuda, me debilita. Esa frase es de los demás, que desconocen qué es este ruido y lo que me provoca sentirlo. Esa frase es de los demás que no quieren oir el malestar ajeno, porque en sociedad nos hemos ido comportando de esta manera evitando, aliviando y no dejando sentir lo que de verdad se siente (a nosotros primero y a los demás después) Las emociones que nos producen reacciones negativas són a menudo una carga que se mantiene en silencio.


Cuando el ruido toma el control, debo cuidarme de no recibir más información que me sature, debo
reducir la frecuencia de onda. Me aislo, me quedo en silencio en la penumbra de mi salón, trato de hacer los ejercicios de respiración que he ido aprendiendo, hacer un rato de yoga  o dar un paseo también me ayuda. Trato de conectar con mi cuerpo y salir de mi mente (que es ruido) Depende del estado de ánimo también recurro a escuchar  música y me pongo a coser, escribir, dibujar o hacer ganchillo (mi meditación particular suele ser hacer algo creativo)
Cuando el ruido llega, lo acepto, me escucho y me comprendo y ese paso que parece sencillo,para mí ha sido el más complicado porque de manera casi impulsiva, siempre traté de comprenderme des de fuera.



Entrada destacada

Altamente sensible. El principio de todo

Soy una persona altamente sensible, esa es la última verdad que he descubierto sobre mi misma. Hace ya un tiempo que he ido consultando info...