No consigo recordar el instante en que apareció este nudo en mi garganta y que se empeña en permanecer, en crecer. Mirarte ya no es como antes.
ENLAZANDO RETALES
Retales de vida, experiencias e ilusiones del alma.
martes, 24 de junio de 2025
Mirarme
sábado, 14 de junio de 2025
Rescatar pensamientos
mil demonios se amontonan urgando en mis entrañas.
En las paredes aun se aprecian algunos arañazos de las noches en vela.
Forzada pero es mía, ahora solo es mía.
Visiones borrosas de aquellas posibilidades ya desechadas.
Agotada de perderse en un inmenso mundo.
a la suerte de la intemperie de la primavera.
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miércoles, 11 de junio de 2025
IR CONTRA CORRIENTE
De nuevo me miro al espejo, y contempo la más implacable vulnerabilidad ante mí. Me mira a los ojos, me hace temblar, me inunda de dudas en espiral. Después de demasiado tiempo, sosteniendo esa intensa mirada, decido regresar de nuevo a este lugar.
Hace meses que siento haber naufragado en un mar de incertidumbre, de soledad, de dolor, de frustración y decepción. Si realmente trato de ser objetiva con la situación: el oleaje ha ido variando su intensidad. Pero dentro de mí, la suma de todo lo vivido ha resultado ser un verdadero tsumani.
Es difícil ordenar pensamientos y gestionar sentimientos, en este instante de pausa obligada. Cuando crees que todo, absolutamente todo lo cotidiano para ti, se ha desvanecido. Hay días, que me siento nadando exhausta en ese mar, tan al límite, apunto de ahogarme. Otros días, sin embargo, me impulso con fuerza y sin saber cómo logro avistar tierra.
En esta turbulenta travesía, me vi obligada a tomar decisiones para seguir a flote. Dejar lastre, liberarme de todo lo que me impedía avanzar, de aquello que agravaba aún más mi situación. Decidí enfocarme y poner la poca energía que me restaba en mí y en lo que sí me sirviera de chaleco salvavidas.
Aunque, ya siento el agotamiento. Es mental, es físico, es emocional. A pesar de todo, después de tantas semanas sigo nadando con cierta terquedad, aprendiendo a dosificar el ritmo y apoyándome en quienes sí han sido, para mí, rayos de luz en la oscuridad de este mar.
Ante el abandono y la indiferencia, inesperadamente surgió la presencia y el cuidado. Ante la frialdad y el egoísmo, redescubrí la risa y el abrazo.
Soy consciente que aún no llegué a buen puerto, pero contra todo pronóstico inicial he encontrando y construido refugios. Me siento ya a medio camino quizás... porque aún no sé quien seré después de este mar. Pero día a día, tengo más claro que ya dejé de ser quien cayó en este caos.
miércoles, 12 de mayo de 2021
Carta a mi no maternidad
sábado, 21 de noviembre de 2020
Fase de recuperación
domingo, 12 de julio de 2020
IMPROVISANDO
Mirarte y sentirte cerca me hacía latir como nunca.
Creí a ciegas en esa vida de tus ojos.
martes, 19 de mayo de 2020
Perfectamente Humanos
Entonces levantas siempre tu dedo índice acusador para lanzar quejas y crítica negativa. Sí en esa posición he vivido mucho tiempo y al final acabas dándote cuenta de algunas cosas...
Vivir en la queja y la crítica hacia todo te posiciona en el lugar de víctima.
Posicionarte en el lugar de víctima te envenena lentamente, te haces daño sin ser consciente pero te puedes convertir en un enemigo más para señalar con tu dedo acusador (culpa, vergüenza, incapacidad...)
Sin saberlo, con tu actitud estás favoreciendo a todo aquello que deseas cambiar siga de la misma manera o por el contrario, empeore. Muchas de las cosas que señalamos rápido en otros porque nos molestan o perturban, no son más que miedos, limitaciones o carencias propias.
¿Cómo saberlo? empecé mi viaje al interior hace mucho tiempo, de forma equivocada tratando de encajar en mi entorno. Pero la ventaja de haber sido una niña introvertida y sensible, hace que esté muy en contacto con la emociones propias y las identifique con rapidez. Otra cuestión es su gestión. Porque si, he entendido siempre mis emociones pero me he perdido en ellas, me he dejado arrastrar al oscuro abismo o la increíble utopia. Pero en general, insatisfacción era la palabra que mejor definia mis días de vida. Cuando esa insatisfacción crece y te hace caer más al abismo, dices que ya tienes suficiente de ese dolor, de ese sufrimiento que te ocasionan tantas situaciones. Y es duro darte cuenta que has estado siendo cómplice necesario la mayoria de las veces que te han herido.
Cuando analizas esas situaciones des de otra perspectiva... entonces despiertas y empiezas a hacerte responsable (no culpable). Porque te das cuenta que no eres un mero espectador de tu día a día. Te das cuenta que tomas muchas acciones (o no acciones) decisiones ( pequeñas o grandes.) Te pasas los días interaccionando con otros y también contigo misma.
Llegar a ser consciente de la responsabilidad de tu insatisfacción no significa que tengas el superpoder de ser feliz todos los días. Creo que como sociedad, vamos necesitando un golpe de realidad y que vaya desapareciendo esa epidemia motivacional de felicidad impostada que inunda las redes. Si de acuerdo, ser feliz es buscar el bienestar pero no en todo puto momento... De hecho si fuera así nos extinguiríamos... la felicidad por su definición bioquímica debe ser transitoria, es una recompensa para volver a realizar algo que te ayuda en tu adaptación al medio. (según una de sus posibles definiciones, personalmente aún no he definido con exactitud que es la felicidad ando buscando mi propia definición que ahí es donde creo que está la gracia del tema...)
En esta actual sociedad a la que siento no encajar se dedica a buscar la felicidad como una droga, como algo obsesivo, se dedica a construir escenarios felices, a compartir sonrisas forzadas.
Soy de esas personas que piensa que cuando lo estás pasando genial... lo último que haces es 50 selfies para elegir uno (el que mejor ángulo tiene) y compartirlo. En ese instante, solo importa lo que estás viviendo, si tienes que coger el móvil para hacerte una foto, detente y piensa si realmente estás feliz.
También soy de esas personas, que cuando está baja de ánimo, triste o cabreada, trata de gestionarse para no crear un problema mayor o se deja llevar y la lía más grande, porque si, soy perfectamente humana y me equivoco muchísimo, me lamento, me culpo... pero en aceptar o mejorar esas limitaciones es donde empieza el trabajo personal. Ese trabajo es constante, doloroso y es difícil, más difícil que posturear. Porque la clave de todo es ser honesto con uno mismo, des de ahí, tu dedo acusador se puede transformar en una mano comprensiva hacia los demás.
Cuando hablo de responsabilizarse ante lo que nos ocurre, hablo a que nos demos permiso a sentirnos mal, tristes, enfadados. Nos demos permiso para ser humanos (con defectos y con virtudes) porque ahí hay un momento en el que aprenderemos algo de nosotros y creceremos. Crecer como persona inevitablemente hace que te relaciones desde otro lugar con los demás y desde el crecimiento personal es donde crearemos otra sociedad.
lunes, 18 de mayo de 2020
Ruido
El ruido es una aglomeración de frases, o simples palabras a veces imágenes que han pasado recientemente. Mi pensamiento se pone en marcha por si mismo relacionando toda esa información que ha recibido. No es algo que haga voluntariamente, sucede, sucede sin más. Detalles que se comunican sin cesar, para procesar algo que me ha impactado más de la cuenta, para tratar de comprender algo, para tratar de solucionar algo... así es como suelo sentirlo.
Aparece ante una noticia inesperada. Aparece ante demasiados quehaceres que atender en poco espacio de tiempo. Aparece tras hablar con alguien de sus problemas. Aparece tras quedarme en silencio en una habitación al final de una jornada. Aparece como eco cuando trabajo en exceso. Aparece demasiadas veces si no cuido estar tranquila y dedicarme un respiro del exterior, algo que necesito hacer a diario.
Es curioso como identifico todo esto que me pasa como algo particular (sé que los demás no lo viven igual) He tratado de explicarlo pero no es recibido como esperaría.
Normalmente aparece esta frase: Tómate la vida de otra manera. A menudo esa frase se abre hueco y replica entre el ruido como un eco en mi cabeza. Mi razón grita cada palabra de esa frase a cámara lenta tratando de hacer surgir la culpa ,la muy cabrona. La culpa ha sido compañera de viaje durante demasiado tiempo, pero se ha ido debilitando a medida de haber ido cuidándome. Sé que la culpa no me ayuda, me debilita. Esa frase es de los demás, que desconocen qué es este ruido y lo que me provoca sentirlo. Esa frase es de los demás que no quieren oir el malestar ajeno, porque en sociedad nos hemos ido comportando de esta manera evitando, aliviando y no dejando sentir lo que de verdad se siente (a nosotros primero y a los demás después) Las emociones que nos producen reacciones negativas són a menudo una carga que se mantiene en silencio.
Cuando el ruido toma el control, debo cuidarme de no recibir más información que me sature, debo
reducir la frecuencia de onda. Me aislo, me quedo en silencio en la penumbra de mi salón, trato de hacer los ejercicios de respiración que he ido aprendiendo, hacer un rato de yoga o dar un paseo también me ayuda. Trato de conectar con mi cuerpo y salir de mi mente (que es ruido) Depende del estado de ánimo también recurro a escuchar música y me pongo a coser, escribir, dibujar o hacer ganchillo (mi meditación particular suele ser hacer algo creativo)
Cuando el ruido llega, lo acepto, me escucho y me comprendo y ese paso que parece sencillo,para mí ha sido el más complicado porque de manera casi impulsiva, siempre traté de comprenderme des de fuera.
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